Barcelona siempre levanta un cosquilleo en el estómago y con buen tiempo, más. Aprovechemos el sol para conocer el barrio de La Barceloneta más allá del mar. Porque esta zona, que hasta el siglo XVIII fue un lugar insalubre donde la ciudad moría, hoy puede presumir de ser uno de los pocos barrios de la capital catalana donde las esencias marineras se han conservado. Lo mejor es caminar hasta allí por Las Ramblas o bajarse en el metro Barceloneta. El Passeig Joan de Borbó nos da la bienvenida con su ambientazo de terrazas. Podemos entrar en el enorme edificio del Palau del Mar, una antigua institución portuaria hoy reconvertida en el Museo de Historia de Cataluña.

El interior del barrio nos muestra una zona de edificios con ropa tendida en los balcones y ambiente tranquilo. Hay fachadas que merecen la pena, como las de Casa Magí (Balboa, 14), Casa Josep Torrás (Baluard, 6) y Casa Lluis Cairó (Paredes, 6) y edificios como laCooperativa La Franternitat, modernista de ladrillo, que hoy funciona como biblioteca pública. Sin darnos cuenta, nos topamos con la Plaça Pompeu Gener y la Iglesia de Sant Miquel del Port, barroco mezclado con neoclásico. El barullo nos espera en el mercado del barrio, cuya ampliación moderna no desluce la tradicional arquitectura del hierro con la que fue concebida. ¿Y en La Barceloneta no se come? Claro que sí. Lo mejor es acercarnos a alguna taberna tradicional, como Vaso de Oro (Balboa, 6), La Bombeta (Maquinista, 3), Can Ramonet (Maquinista, 17) y Can Solé (Sant Carles, 4). Si queremos comer con más solemnidad pero sin rascarnos demasiado el bolsillo, una opción es La Mar Salada (Passeig Joan de Borbó, 58), con sus arroces, sus almejas y sus boquerones. Luego, tendremos que tocar la arena con los pies.

Una tarde de baño de sol y agua no se puede dejar escapar. Tumbémonos ante el astro rey mediterráneo y paseemos por su litoral de 1.100 metros de longitud. En un vistazo recorremos la historia de Barcelona: edificios del siglo XVIII, bloques de pisos de los 60 y flamantes torres vanguardistas como la Torre Mapfre, el Hotel de Les Arts y el discutido Hotel Vela de Ricardo Bofill. Si no se ha acabado de relajar, puede acercarse al Centre d’Esports a practicar algún deporte náutico o a poner la mente en blanco en el centro de talasoterapia del Complex Esportiu. Y una vuelta por el paseo marítimo entre extranjeros fascinados, patinadores, skaters, amantes de las bicis… Y una caña mirando el ocaso y L’Estel Ferit, esa escultura de hierro y vidrio que refleja una estrella herida. La tarde-noche es divertidísima en La Barceloneta. Hay que ir al bar Absenta (acogedor, misterioso y bohemio, donde se escucha jazz y se pueden probar empanadillas argentinas) y al bar Leo (con fotos de Bambino en las paredes, rumba catalana en los altavoces y personajes absurdos del barrio y de fuera), ambos en la calle Sant Carles. Barcelona es vanguardia pero también canalleo nocturno.


Datos útiles:

  • Barcelona tiene 1.620.000 habitantes y casi dos millones más con su área metropolitana.
  • El clima de la ciudad condal es mediterráneo: las temperaturas son cálidas en verano y suaves en invierno. Casi nunca se producen heladas y raramente se bajan de los cero grados.
  • Iberia ofrece vuelos a Barcelona cada día. Los mejores precios, en www.iberia.com.


De MeGustaVolar
Foto | Pixabay 

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