Estambul: Kebabs Entre Dos Continentes


por Cristóbal Ramírez

La sensación es abrumadora. Cuando uno pone el pie en Estambul siente que las capas de la Historia están ahí, mirándole de frente, y que esta mezcla de lo occidental y lo oriental es única. En realidad, la ciudad entera es única. ¿Cómo no lo va a ser una metrópolis con un pie en Europa y otro en Asia? Desde el principio uno nota en las calles una alegría de vivir especial. Muy recomendable el libro Estambul, ciudad y recuerdos, del Premio Nobel Orhan Pamuk, para conocer a fondo la idiosincrasia de la mayor ciudad de Turquía. Por el estrecho del Bósforo pasean los barcos y uno se puede quedar horas contemplando el paisaje de fachadas, cúpulas y edificios de oficinas nuevos. El Puente Nuevo de Gálata une las dos zonas más visitadas de Estambul. A un lado están la colina de Beyoglu, con la Torre de Gálata, edificada por los genoveses en el siglo XIV, y el funicular que nos lleva a Pera, repleto de comercios bulliciosos. Ésta es la zona europea, con sus embajadas, instituciones y la plaza de Taksim, lugar de ocio por excelencia, donde las personas se convierten en hormiguitas. Al otro lado se ubica el primer asentamiento de la urbe. Primero Bizancio, luego Constantinopla. Allá vamos.

Lo primero es lo primero: Santa Sofía, la imagen más conocida de Estambul. Obra maestra del arte bizantino y de la creatividad humana, uno de los monumentos más especiales del mundo, ejemplo de sabiduría técnica y belleza proporcionada. Todo lo que se diga de ella es poco. El interior deslumbra, sobre todo sus mosaicos. Cerca queda la Mezquita Azul y el Palacio de Topkapi, lleno de patios, terrazas, jardines y estanques. El mejor reflejo de la grandeza que alcanzó Constantinopla. Aquí los baños ya contaban con grifos de agua fría y caliente en el siglo XIX. En el recinto se encuentra el Museo Arqueológico, considerado como uno de los mejores en su categoría. Caminando llegaremos al acueducto de Valencio, del año 368, y a la cisterna de Yerebatán, construida por el emperador Justiniano y con unas bóvedas y columnas que dejan sin respiración.

El trasiego continúa por el Gran Bazar, con más de 4.000 tiendas distribuidas en 65 galerías y donde se puede comprar de todo (piense en algo y pregunte por él; lo más probable es que lo encuentre). Entre regateos y objetos curiosos, uno puede echar horas sin que se dé cuenta. Y directos a otro bazar, el de las especias, para hacer unas compras y respirar unos olores que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Nos quedan algunos visitas comola iglesia bizantina de San Salvador de Chora, el Parque Gülhane (donde se relajan los habitantes de la ciudad) y el decimonónico Palacio Domabahçe, construido a imagen de los europeos. Para cuando estemos cansados, nada mejor que un kebab o pizza turca en un puesto callejero o una terraza y luego un baño turco en los hammams de Çemberlitas o Suleymaniye. El cuerpo se queda relajado y listo para otra jornada maratoniana en Estambul.

Datos útiles:

  • Estambul tiene casi 15 millones de habitantes.
  • Los veranos son largos, suaves y húmedos y los inviernos fríos y lluviosos.
  • La moneda es la lira turca.
  • Iberia ofrece dos vuelos a Estambul directos desde Madrid cada dia. Desde Iberia.com encontrará siempre los mejores precios: garantizado.


De MeGustaVolar
Foto | Pablo Monteagudo

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