Los aficionados a la cerveza la conocen de sobra. Múnich, dejemos las cosas claras desde el principio, es un poco borracha. Ríos y ríos de auténtica espuma alemana corren cada año a finales de septiembre por la ciudad. ¿Por qué? Por el Oktoberfest, que homenajea a esta bebida convertida en símbolo nacional y al que acuden millones de personas de toda Europa y parte del mundo en peregrinación. Pero la capital de Baviera ofrece más encantos que el etílico: según un estudio de 2009, es la ciudad alemana con mayor calidad de vida. Será por su gastronomía, las influencias italianas, el carácter bonachón de sus ciudadanos, el rico patrimonio cultural o sus paisajes, vigilados por los Alpes.

En cuanto ponga el pie en Múnich se dará cuenta de que está en el sur de Alemania, a un paso de Italia. Es algo difícil de explicar (un ambiente menos gris, la cercanía de sus gentes…). Tendrá que viajar para comprobarlo y luego nos dará la razón. El centro es el Altstadt y está surcado por tranvías y bicis. La Plaza de María está siempre ambientada y llena de turistas (pocos españoles, que aún no tienen a la ciudad entre sus preferencias). Allí se encuentra el viejo Ayuntamiento, de estilo neogótico. La mayor atracción es su carrillón, que todas las mañanas saca a pasear una graciosa comitiva de estatuillas y algunas acaban enfrentadas en un torneo medieval con caballos. Si esta atracción nos ha hecho revivir el espíritu infantil, será buena idea visitar el Museo del Juguete, con encantadoras piezas históricas de hojalata y madera. En una ciudad llena de iglesias, la más famosa es la Frauenkierche (iglesia de las mujeres), cuyas cúpulas de las torres gemelas (¿no parecen dos cebollas?) configuran el símbolo de Múnich.

De museos también anda bien la cosa, aunque no sean muy populares. Se pueden visitar la Alte Pinakothek, con obras de Durero, Rubens o Van der Weyden, o la Neu Pinakothek, con cuadros del siglo XIX y autores como Manet y Goya. Imprescindibles también el Palacio Real, el Allianz Arena (fotogénico estadio del Bayern, obra de Herzog & de Meuron) y el Museo BMW (una alucinante colección histórica de coches y motos).

No se pase toda la mañana de edificio en edificio, porque el Englischer Garten es uno de los parques urbanos más grandes del mundo. Sirvió como campo militar y a finales del siglo XIX fue cedido a la ciudad. No hay más que dar gracias a quien lo hizo posible. Hay praderas, arroyos, templetes y senderos para caminar o hacer un picnic. Siéntese en alguna de las terrazas cercanas a la Torre China, una extraña pagoda de madera construida a finales del siglo XVIII. Y beba cerveza, claro. Como también lo tendrá que hacer en un templo dedicado a esta bebida: el Weisses Bräuhaus. Acompañe la espuma con salchichas blancas, la especialidad bávara. Coma y beba. Usted se tendrá que poner el límite.

 

Datos de interés:

  • Múnich tiene poco más de un millón de habitantes, pero su centro se puede recorrer a pie o en su magnífico transporte público, en el que destaca el metro y el tranvía.
  • El clima de la ciudad está muy influenciado por la cercanía de los Alpes. Los inviernos son bastante fríos y con nevadas ocasionales y los veranos pueden ser cálidos, aunque con frecuentes tormentas.
  • La moneda es el euro.
  • Iberia cuenta con tres vuelos directos desde Madrid a Múnich, y cómodas conexiones para volar desde el resto de los destinos de la red de Iberia. cada día


De megustavolar.iberia.com
Foto | vinylmeister

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